jueves, 12 de febrero de 2015

Relatos cortos encadenados (III)

-¡Hora de levantarse! -dijo mi madre. 
Me había echado una siesta de cuatro horas y ya eran las nueve de la noche.
-¡Vamos, Marcos! ¡A la bañera!
-¡Sí, mamá! ¡Enseguida voy! -respondí yo.
Me dirigí al cuarto de baño y, cuando ya estaba metido en la bañera, pensé que ese era el momento perfecto para que entrase un ladrón en casa. De repente, se oyó cómo se rompía un cristal y, casi al mismo tiempo, escuché a mi madre gritar.
-¡Aaaaah!
Yo estaba asustadísimo. Unos pasos atronadores sonaron subiendo las escaleras. Con el corazón a cien por hora y completamente aterrorizado, escuché cómo las puertas se fueron abriendo una a una. Pensé que alguien iba buscando en las habitaciones. La puerta del baño comenzó a abrirse lentamente y...
-¡Aaaaaaaah! -grité yo.
¡Era mi madre!
-Hijo, se me ha caído un vaso en la cocina, me he asustado y he gritado. Y ahora estaba pasando la mopa; por eso, estaba yendo de habitación en habitación.



Frase de inicio para el siguiente relato:

Las puertas se fueron abriendo una a una.

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